sábado, 12 de noviembre de 2011

Los Viajeros al Pahuma



Ocho subieron a Pahuma
y ocho regresaron…
Pero, ¿Eran los mismos?

¿Acaso los que bajaron no eran un poco más grandes?
¿Tal vez más fuertes?
Ocho maestros, que sin proponérselo
fueron a enseñar algo a los otros siete y así mismos.
Mucho se rio, mucho se habló,
pero también la reflexión estuvo presente.
Por momentos cada uno tomo el sendero del viaje interior.
(Todo viaje es hacia afuera y hacia adentro).
Hacia ese yo profundo que tan difícilmente se deja arrancar respuestas.
Sebastián, el de los ojos líquidos, a veces relampagueantes.
La suave voz del pasado que nos susurra.
El mensaje que no somos un error de la creación
y que estamos aquí para unirnos con el todo.
Él nos muestra el camino.
Jorge, el de la sonrisa de santo,
sin decir una palabra…
nos dejó ver que este viaje era único.

Aunque volvamos otra vez,
los mismos y al mismo lugar.
Ya no serán eso árboles,
ya no serán esas aguas.
Las almas allí presentes habrán cambiado,
cambiando a sus poseedores.
Él nos trae al presente.
Ronald, el armonioso, suave y flexible.
Como rama tierna de un árbol joven.
Nos demuestra que los hombres
aunque calzamos las garras del león
también vestimos la piel del cordero,
contenemos el corazón de la paloma
y somos poseedores de la infinita gracia del Universo.
Nos enseña La Belleza.
Francisco, el de la risa de Trueno.
Risa que se da la mano con su voluntad inagotable
hace que vistamos nuestros sueños
con tejidos de realidad,
y al mismo tiempo nos alerta de las dificultades del proceso
y nos dice cómo superarlos
Nos enseña el valor.
Guillermo, la presencia que no se quiere hacer notar.
El del oído generoso.
Nos demuestra que la mejor manera de conocer,
es callar, escuchar y observar.
Que cuando dejas hablar a las personas
dicen cosas de sí mismos quizá lo conocían hasta ese momento.
Él nos enseña la tolerancia.
El hermoso Cristóbal, frunce el ceño
como los sabios de otros tiempos y
como ellos concentra la sabiduría que sintetiza el universo
y nos pone en contacto con la armonía y la salud.
Nos da sanación.
German, el amable, por su don de gentes
y porque es fácil de amar.
Nos hace consientes de los lazos que nos unen
y nos hace sentir una familia.
Que las diferencias pueden hacernos similares
y que cada uno tiene un valor y algo que aportar.
Nos enseña la unión.
Si algo he enseñado a mis compañeros
que permanezca en sus corazones.
Solo me bastaría saber si en algo he enriquecido sus vidas.
Acerca de mí mismo, descubrí…
que estoy envejeciendo,
que para bien y para mal
el tiempo no ha pasado en vano para mí.
Pero aun así sigo creciendo
y que cada paso que de debo aprovecharlo
para parecerme más al infinito,
para cuando llegue la hora de fundirme con lo eterno.
Gracias a mis maestros del presente,
los sabios de Pahuma. 
IDELMARO SANCHEZ
Miembro de la Tribu Arcoíris
Pride Center

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