miércoles, 5 de junio de 2013

ESE DIOS... NO EXISTE

                        

 Que a nadie le quepa duda. Ni la más diminuta: Dios no existe.

El Dios puritano pietista, Dios medieval que deambula con una lupa persiguiendo pecadores, condenando transgresores, escudriñando “morales” íntimas en desmedro de la ética, no existe.

El Dios sobrio y circunspecto, rígido y aguafiestas, solemne y precavido, que demanda severo respeto

Dios parecido a nuestras represiones y prejuicios, entusiasta de los agrios reglamentos, de los preceptos desangrados.

Dios numérico y cuantitativo, que aborrece al imperfecto y al profano, preocupado por las listas de firmantes en los registros civiles, que detesta a quienes ejercen otros modos sexuales, que reprueba privacidades, obseso por las cáscaras de la existencia, guardián de las formas y del qué dirán y de la imagen.

Dios que anida entre nubes y laúdes vigilando la pureza de los dogmas y las doctrinas.
Ese Dios no existe. Dios no existe.

El Dios renovado y modernoso, milagrero y puedelotodo/
Dios que está siempre a mano en una Biblia subrayada en los pasajes “espirituales”, los textos “angélicos”, los versículos “todopoderosos”, no existe.

El Dios que salta y baila festejando vaya uno a saber qué mientras el hambre, mientras las guerras, mientras la injusticia y el dolor y la miseria.

Dios armado de lanzas y espadas filosas como tridentes, imbuido en batallas místicas y dirimiendo territorios barriales, archi-exorcista acérrimo enemigo de demonios insignificantes, indescifrable que se manifiesta ante los “elegidos”, que se esconde tras fórmulas esotéricas, no existe.

El Dios que otorga prosperidades contantes y sonantes, que sana emociones a precios módicos, que bendice a cambio de diezmos, que genera neo-apóstoles, que llueve oro, puntilloso revisor de dones y talentos celestiales. Dios de portentos de entrecasa, mano santa a domicilio.
Ese Dios no existe. Dios no existe.

El Dios ceremonioso, jerarca pomposo, ícono alumbrado a velas y con baranda a incienso,.
El Dios desaguado y sufriente, que se refugia en los conventos, que nada tiene que ver con el día a día.

El Dios incontaminado, de pose beata, de pasiva contemplación.
El  Dios que sólo calla, de la quietud y la inacción monástica, no existe.

El Dios de las promesas pagadas con procesiones, que comercia flagelación por favores, de las cruces y los himnarios, de las borlas y los ornamentos.

El Dios administrado por “dignatarios”, de liturgias tediosas y vaciadas, de cuellos clericales distintivos, de jerarquías eclesiales, afectaciones burdas y obscenas.
Ese Dios no existe. Dios no existe.

El Dios progre clasemedista, herbívoro y jiposo.
El Dios autoayudista, que mora dentro de un triángulo piramidal,
que promueve la paz egocéntrica y una vida no tóxica.

El Dios de técnicas meditabundas, que concede la armonía interior mientras el mundo se deshace en violencias y desequilibrios, no existe.

El Dios reparador de las crisis existenciales, sostenedor de proyectos narcisos, de viajes astrales, respiraciones curativas, especialista en coordinar psicodramas.

El Dios que vaga impersonal por las regiones extáticas, coterráneo de los lugares apartados,
all inclusive, de meditaciones trascendentales que no trascienden mis propios bienestares.

El Dios esotérico descolgado de todo lo otro, de escalafones kármicos, de me salvo yo solo.
Aquel tipo de Dios no existe. 

El Dios de las guerras santas, de los comandos suicidas, los hombres bombas, del terror.
El Dios que otorga títulos eternos de propiedad terrena, que legitima el “derecho a defensa”,
que asiente bombardeos persuasivos de misiles.

El Dios que no repara en daños colatelares, no existe.

El de los campos de formación de cuadros para asesinar en su nombre, que entrena escuadrones de fuerzas especiales, que se embandera en un bando, que se atribuye las matanzas.

El Dios del odio que a las injusticias las resuelve a caño de fusil, ese Dios vengativo no existe.
Dios no existe.

El Dios a mí manera, que dice lo que yo quiero, que hace lo que yo le digo, que va por donde le indico, que responde a mis necesidades, que pregunta a mis respuestas, no existe.

El Dios que vela por mis intereses, que entorpece a quienes no quiero ni me quieren, que incrementa mis cuentas bancarias, que cabe en cualquiera de mis moldes. Ese Dios no existe.

El Dios de colores y bondad, de ternura y alegría, divertido y sensible, compañero de bailongo que me empuje al abrazo de esos otros que están jodidos. Un Dios de sonrisa ancha y manos abiertas, amigote de tribuna, marchante por la paz y la libertad, que ande a los gritos reclamando justicia. Un Dios sencillo e inteligente, sin nada de ganas de perder tiempo en ceremonias bostezadas, gustoso del vino y los asados, dispuesto a la conversa y la risa de sobremesa. Un Dios específico y sin abstracciones, que se niegue a ser representado por esos mandamases impresentables que desde el fondo de la historia, vienen hablando en su nombre... ese Dios, para mí... Sí existe.

Ese Dios, esa energía divina que está dentro de todos nosotros, para mí SI EXISTE.

Jorge Tasín

No hay sendero hacia la verdad, ni hindú, ni cristiano,ni catolico, ni budista, ni musulmán.
La verdad tiene que ser descubierta a cada instante; y sólo podéis descubrirla cuando la mente está libre, sin la carga de la continuidad del pensamiento

1 comentario:

  1. "Dios no manda inundaciones, ni guerras, ni terremotos, ni volcanes, ni tormentas, ni rayos, ni lluvias.. Todos estos son efectos impersonales de condiciones del mundo físico y de su universo. Dios no enloquece ni destruye ciudades, civilizaciones o grupos étnicos. Todas estas cosas ya sucedían en el planeta antes de que hubiera sociedades. Dios no se implica en los conflictos humanos ni en luchas políticas o religiosas, tampoco en las guerras. A Dios no le interesan los campos de batalla. El no tiene enemigos a los cuales haya que matar."
    "Los infieles, los creyentes y todo lo demás son todos posicionamientos del ego humano. Incluso los seres humanos sensibles están mas allá de tales pequeñeces mentales y de sus juicios. A Dios no le “preocupa” que alguien crea en “El” o no; sin embargo, las consecuencias de creer o no en Dios son bien diferentes."

    El amor gravita hacia el cielo, y el odio se hunde en dirección contraria. La bondad no rechaza a nadie. Lo semejante atrae a lo semejante; el amor atrae amor. Dios no actúa contra nada ni contra nadie. Hay almas que son atraídas por la luz y almas que son atraídas por la oscuridad. La elección proviene del interior del ego, y no se impone desde fuera.

    Extracto
    "La realidad de Dios"

    ResponderEliminar